PROLOGO

 

“Bienaventurados los pobres…

porque mientras ellos existan la Iglesia

no perderá su poder” Capítulo X.

 

El Cura Manuel es un libro de controversia que nos mantiene interesados en un relato escalofriante del infanticidio espiritual cometido en contra de un ser humano.

De ahí parte el conflicto de valores que usted-apreciable lector- experimentará desde su personal percepción del tema. Yo soy católica, convencida de mi fe, sin embargo ésta lectura me lleva a asumir mi responsabilidad como feligresa ante un hecho que se ha vuelto común y  que ya  no  se puede ni  se debe seguir acallando porque  desprestigia y debilita al cristianismo, al credo ,a su doctrina , al rebaño  y  al Divino Verbo.

En nuestra memoria reciente están los últimos pontífices  católicos- incluyendo al más popular y carismático Juan Pablo II - quienes le han dado vuelta a la página para no enfrentar los múltiples escándalos de pederastia cometidos por los sacerdotes y obispos en contra de cientos de menores de edad,  convirtiéndose en  coautores  de éstos a pesar de la mediatización del tema tal y como se observa también en la memoria histórica de la grey donde han quedado  documentadas éstas infamias.

Como congregante- y a pesar de no ser una mojigata come santos- me duele  y preocupa que mi templo espiritual  sea un lugar en el que se cometen crímenes de lesa humanidad impunemente y ésta es mi oportunidad de convocar a la reflexión del tema y al análisis de las medidas que debiéramos ejercer para eliminar éste flagelo que aniquila nuestras creencias espirituales, sin las que el alma muere desolada.

Es por eso que la lectura de éste libro causa polémica y mueve a la conciencia social, independientemente de cual sea el dogma religioso individual del lector.

Carlos Charco nos exhibe  en ésta novela el dolor de un hombre cuyo niño interior fue lacerado y  ultrajado por un “Siervo de Dios” a grado tal que lo sentenció a vivir y morir en la amargura y la incertidumbre emocional. El niño aterrado, abandonado  e indefenso que se enraizó en el corazón trémulo del hombre, que perdió la ruta de la paz porque nunca consiguió curar sus heridas.

El cura Manuel pasa a ser un alias de muchos” representantes de Dios” que cobijados en un liderazgo ministerial- religioso, cometen acoso sexual, estupro, violación ,  penetración de cuerpos infantiles inocentes y homicidio doloso de las jóvenes almas, para convertirlos en seres confundidos sexualmente y atormentados por la culpa y la vergüenza. Sádicos y sátiros “ministros de Dios”, que en realidad son hijos de leviatán que deben permanecer en las tinieblas.

 Si bien ésta experiencia  vivida muy de cerca por Charco  lo llevó a descubrir  en él al  guerrero romano que lucha contra el dolor y la soledad a través de la sanación del espíritu, también  nos arenga a sacudirnos del sopor de la permisividad  y la displicencia con que observamos las levedades de la carne de quienes profanan con su sacrílego ser el presbiterio y el templo donde realmente mora Dios: el hombre.

María de Lourdes Corzo Velázquez.

Periodista Independiente.